El amor no tiene edad, credo, raza, religión y en este caso, especie tampoco. Así lo demuestran este mono y esta gata, fundiéndose en un abrazo para poder besarse en la boca apasionadamente. Doy por hecho que es una gata y no un gato, ya que no conozco ningún mono con tendencias "diferentes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario